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¿Los Psicólogos también lloran?


Cuando una persona decide tomar la terapia, siente desconfianza hacia el terapeuta y esto es común, es tarea del terapeuta lograr un raport con el paciente para que éste se pueda abrir y pueda expresar todo aquello que le aqueja. (Emmanuel Hernández)

En terapia los pacientes abren sus vidas, exponen sus alegrías, tristezas, miedos y preocupaciones más profundas. Para que esto suceda, el terapeuta debe proveer un ambiente auténtico, empático y de aceptación incondicional que posibilite una interacción espontánea, el diálogo y la comprensión capaces de movilizar profundos sentimientos que se manifiestan en las lágrimas de los pacientes. Un estudio realizado estimó que el 21% de los pacientes llora en la consulta (Trezza 1988).

¿Y qué sucede con los terapeutas?

Sorprendentemente éste es un tema que ha sido prácticamente ignorado y sólo hay un par de investigaciones disponibles que exploran superficialmente el llanto del terapeuta en la consulta. Una de ellas, y la más reciente por cierto, es la investigación de Amy Blume-Marcovici y su equipo, publicada en la revista Psychoterapy en el 2013, la cual encontró que el 75% de los terapeutas entrevistados dijo haber llorado alguna vez en terapia y de ellos, el 30% lo hizo durante la última semana.

Fueron 684 terapeutas los que participaron en la investigación. Todos tenían entre 22 y 85 años. El 75% eran mujeres y su formación estuvo compuesta de la siguiente manera: 35% eran Terapeutas Cognitivo Conductual (TCC), 23% eclécticos con énfasis psicodinámico y 19% eclécticos sin énfasis psicodinámico. Para comprender estos datos, los investigadores hicieron análisis correlacionales y encontraron que los terapeutas de mayor edad, con más experiencia y de las corrientes psicodinámicas, eran los que más lloraban en terapia.

Algunos podrían pensar que las mujeres terapeutas lloraban más que los varones, pero este no fue el caso, a pesar del hecho de que ellas reportaron llorar más en su vida personal que los hombres. También investigaron si habían diferencias entre el llanto del terapeuta en su vida personal y en la clínica. Los terapeutas de mayor edad lloraron menos en su vida privada en comparación con los terapeutas más jóvenes, pero lloraron más con sus pacientes.

Los terapeutas también dijeron que el llanto por sus problemas personales estaba más relacionado con las emociones de tristeza, pero en la terapia, también lloraban cuando se sentían conmovidos (63%), cuando había una conexión cálida (33%), cuando sentían gratitud (15%) y alegría (12%). Para los autores, esto sugiere que las lágrimas de los terapeutas en el consultorio son de diferente naturaleza a las lágrimas que derraman en su vida diaria.

Los factores de personalidad de los terapeutas (como agradabilidad, apertura y extraversión) se relacionaron positivamente, es decir, los terapeutas más agradables y extrovertidos también mostraron una tendencia más marcada a llorar en la terapia. Si bien esos factores se asociaron sólo levemente con la frecuencia del llanto, los investigadores creen que la debilidad de esta correlación se debe a las limitaciones de evaluación del estudio.

La empatía es otro factor que podría afectar la propensión y frecuencia del llanto de los terapeutas en la terapia. La investigación encontró una conexión entre la empatía y la tendencia a llorar en la terapia, sin embargo, no fue así con la frecuencia. En cambio la empatía sí se relacionó con la tendencia al llanto de los terapeutas en su vida diaria.

La Orientación teórica es la parte más llamativa del estudio. Los análisis encontraron que la tendencia de los Terapeutas Cognitivo Conductual (TCC) a llorar dentro del consultorio fue significativamente baja. Por otro lado los terapeutas psicodinámicos (agrupados: psicodinámicos, eclécticos/integrativos con énfasis dinámico y psicoanalítico) fueron los que mostraron una tendencia más alta a llorar. Y al comparar por separado la frecuencia del llanto, se encontró que los terapeutas psicoanalistas eran los que más frecuentemente lloraban dentro del consultorio y los Terapeutas Cognitivo Conductual (TCC) los que menos lloraban.

La investigación no exploró la personalidad de los pacientes. Pero si preparó un apartado en la investigación que preguntaba si el terapeuta pensaba que haber llorado en la sesión había cambiado la relación con el paciente. El 53.5 % de ellos dijo que su llanto era intrascendente o que había mejorado su relación con sus pacientes (45.7%), y menos del 1% dijo que creía que había afectado negativamente la relación terapéutica.Con la ayuda de la literatura clínica los autores especulan que el llanto de los terapeutas pudo haber tenido un efecto positivo si ya la relación terapéutica era auténtica y fuerte, pero también podría debilitarla si la misma era débil o negativa.

Personalmente considero también que una gran satisfacción para un terapeuta con pasión a su trabajo es poder ver a su paciente retomar nuevamente su vida y salir adelante a pesar del mal psicológico que le aquejaba, la remuneración es importante claro, sin embargo ver a tu paciente continuar con su vida de manera pacifica es una satisfacción muy grande porque sabes que gracias a tu trabajo otra persona puede tener una vida armónica.

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